Esta mañana me comentaban que la BBC hacía un comunicado señalando la necesidad de no ofender a los musulmanes. Se justificaban diciendo que no están lo suficientemente integrados en la sociedad y que las críticas a su religión impiden esa integración. Supongo que como los cristianos están ya muy integrados pues se les puede insultar alegremente. A esta emisora eminetemente anticatólica le huelen los bajos del pantalón, razón por la cual se quieren llevar bien con el islam.
Esto es tan sólo un ejemplo. Desde muchos medios de comunicación se juega a insultar a la iglesia, a intentar demostrar lo malísimos que son los curas y señalar la necesidad de que la Iglesia desaparezca. De este odio surgen muchos de los tópicos que han aflorado en los comentarios.
Vayamos por partes. Un tópico se define como una idea repetida, poco o nulamente argumentada, que se utiliza para sentar cátedra y buscar el común acuerdo. Por lo tanto:
Primero, las riquezas inconmesurables de la iglesia. El patrimonio más importante de la iglesia no es el petróleo, las finanzas, la automoción o los preservativos -como me ha llegado a decir alguno. El tesoro más valioso de la iglesia es el arte. Cuando Miguel Ángel pintó la capilla sixtina, sus pinturas no valían lo que valdrían hoy. La mayoría de las obras de arte de entonces no movían el dinero que hoy podrían mover. Pero lo más importante aquí es pensar lo siguiente: ¿de quiénes son esas obras, pinturas, esculturas, catedrales y santuarios? ¿De la iglesia?. No. No es sólo de ella, pertenece a todas las generaciones que pusieron su dinero, su ingenio o su trabajo. Quiero decir que la catedral de Málaga no es de la iglesia, como si ella fuese su dueña absoluta y pudiese dedicarse a vender las piedras que la conforman. La catedral es de todos los malagueños y no está hecha para tenerla cerrada. Las iglesias son para lo que son, para que los cristianos se reúnan en ellas y por esa razón las cuidan y las hacen hermosas, porque se reúnen allí con su Dios. Además, las iglesias están abiertas a todo el mundo y se pueden ver en ellas obras mucho más valiosas que las que puedes ver en un museo de los que cobran entrada. Otra cosa son los tronos. Muchos no son ni de la iglesia, sino de la cofradía y sus cofrades, que hacen con su dinero lo que quieren. Me hace mucha gracia ver cómo un futbolista, una cantante, se compra un coche que vale más que mi casa o le pone un filete a su perro en un restaurante donde el cubierto cuesta lo que yo gano al mes y lo hacen tan panchamente, sin aguantar las críticas de nadie. Ahora llegan mil cofrades, le compran un manto bordado en oro a su virgen y la gente pone el grito en el cielo. Pero vamos a ver, no me seáis como Judas, ¿cuántos de los que critican porque todo eso no se vende y se da a los pobres, dan algo a los pobres? Se ve que muchos estarían satisfechos con que las campanas de la catedral de Santiago sirvieran de excusado a cualquier jeque árabe, o que el Moisés de Miguel Ángel sirviese de perchero a Bill Gates, pero yo prefiero que sigan siendo de todo el mundo.
Segundo. La iglesia es la institución que más hace por los necesitados, desgraciados y abandonados. Si juntásemos todas las ONGs de España no podrían hacer frente a las tareas que sostiene la Iglesia. Además, me parece mucho más humano preocuparse por un anciano o un enfermo que hacerlo por una foca, pero hay muchos más dispuestos a hacerse voluntarios de Greenpeace que de Cáritas.
Tercero. La iglesia es una cosa y los cristianos otra. Yo soy cristiano y si alguien me da un bofetón, lo más probable no es que le ponga la otra mejilla; pero si además quiere borrarme del mapa, me defenderé. ¿Me podría decir alguien qué guerra ha sido propiciada por la Iglesia y que haya supuesto esa sangría de vidas que hacen sombra a Hitler o Stalin?. España se tuvo que defender de la invasión musulmana, si no lo hubiese hecho hubiera supuesto su desaparición. Si no hubiésemos vencido en Lepanto ya veríais lo que estaríamos escribiendo aquí, por lo pronto las chicas no se dedicarían a esto.
Cuarto. La libertad para cuando uno la tiene. Que a uno lo bauticen no traumatiza ni deja señales visibles. La fe se nos ofrece de pequeños. Es de adultos cuando decidiremos si la aceptamos o no. Muchos de los que se bautizan no se confirman.
Quinto. Si algo caracteriza a la iglesia no es la hipocresía. Contra viento y marea siempre ha defendido lo mismo. Y tiene dos mil años de historia. Hipócrita es el que se disfraza de marinero o de blanca Blancanieves, se hace un reportaje de fotos, se gasta una pasta y después se dedica a meterse con el que comulga el Domingo.
Si algo se me queda en el tintero, aquí estoy. Yo también soy iglesia y si algo no me gusta, lo intentaré cambiar desde dentro.