El chiquichiqui sólo podía salir de España

   Ya lo vieron venir las preclaras y artísticas mentes de Ortega y Gasset (sí, los dos famosos filósofos españoles 😉 ) y el esperpéntico Valle-Inclán. El primero ya lo vaticinó en su La rebelión de las masas. El segundo, en sus Luces de bohemia

   El primero dejó claro que cuando las masas eligen, no eligen lo mejor, lo más artístico o cultivado, sino lo peor.

   El segundo expresó que la imposibilidad de la tragedia, la falta de héroes, nos da el esperpento.

   Yo no puedo dejar de pensar que los que han elegido al canijo del tupé hayan sido los peores. Tampoco puedo dejar de rumiar el hecho de que las razones que los han empujado a dicha votación, hayan sido las de la cantidad de ridículo que puede emanar de tan escasa persona, la visión que han tenido al imaginarse las caras de ingleses, franceses y alemanes intentando comprender la gracia y el arte del “gilipollas” amigo de Buenafuente.

   ¿Será el deseo de demostrar que nos trae muy sin cuidado lo que ocurra en Eurovisión? ¿Nos gusta reírnos de los demás? ¿Por qué la ocurrencia de este esmirriado Elvis se puede escuchar, ver y descargar de cualquier lado?

   En fin, será que, cuando era pequeño, vivía con mis hermanos el ceremonial de las puntuaciones con verdadero entusiasmo y fruición: aquello de la France, quatre points me llena de melancolía y, en cambio, la posibilidad de que el representante español quede por detrás del último me humilla de antemano.

   Pero, ¿y si cosecha el mayor de los éxitos? ¿Será la señal de que la vieja Europa se muere definitivamente? 

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