La historia de la Humanidad está llena de tonterías y disparates, como la actuación de nuestros políticos de distintas corrientes nos desmuestra a diario y, en un plano más modesto, como se puede leer en algunos de los escritos que por aquí circulan. No obstante, esto que voy a poner aquí debería ocupar un lugar bastante elevado en la lista de la estupidez humana:
Según registros cuidadosamente puestos al día, entre la Edad Media y la Edad Moderna se celebraron casi 100 juicios, con sus correspondientes condenas, contra distintos animales. Y no vayáis a creer que esto se lo tomaban a broma, qué va, los juicios se celebraban como es debido, esto es, con un fiscal y un abogado defensor, un juez, los correspondientes testigos, etc. Algunos de los casos más curiosos, sin duda, fueron estos:
1) En el año 1386, en la localidad francesa de Falaise, el juez de turno condenó a una cerda a que le cortasen una pata y, posteriormente, la cabeza, acusada de haber matado a un niño (no era raro que los cerdos, en aquella época, devoraran a niños pequeños aprovechándose de un descuido de sus madres). La condena se efectuó en público, en la plaza principal del pueblo, con la cerda vestida con ropas humanas y manteniéndose la debida ceremonia. Encima, hubo que pagarle al verdugo un dineral porque alegaba que la ejecución le había manchado sus ropas.
2) En 1474, en la localidad suiza de Basilea, un gallo fue llevado a juicio acusado de participar en sesiones de brujería, pues se decía que había sido visto poniendo un huevo del cual había salido una serpiente. Como el vulgo rumoreaba que las brujas, en sus reuniones, siempre utilizaban gallos para celebrar sus cultos infernales, pues no hacía falta nada más, y la condena del pobre gallo era segura: en efecto, fue quemado públicamente en la plaza pública de la ciudad por patente brujería.
3) Unos años antes de que esto ocurriera, en la localidad francesa de Lavegny, en 1457, una cerda y sus seis lechones comparecieron igualmente ante el juez bajo la acusación de haber devorado a un niño pequeño. El resultado del proceso se saldó con la condena a muerte de la cerda, si bien los lechones fueron perdonados gracias al alegato del abogado defensor, que adujo en su favor su corta edad y el mal ejemplo que les había proporcionado la madre.