Mira lejos y contemplarás el pasado(I)

Si vamos a un estadio de fútbol y miramos lo que pasa en el terreno de juego, tendremos la tendencia a describir lo que vemos diciendo cosas del estilo “fulanito golpea el balón y ha entrado en la porteria”. Esta manera de hablar es imprecisa. Lo que nosotros vemos depende de que un rayo de luz llegue desde la porteria donde está entrando el balón hasta nuestros ojos. Este rayo de luz necesita un cierto tiempo en llegar, ciertamente muy pequeño dado que la luz se mueve a 300000 Kilómetros por segundo y suponiendo que el terreno de juego está a unos 50 metros de donde estamos. Cuando tomemos en cuenta este tiempo, nos daremos cuenta de que lo que deberíamos haber dicho es que hace unos milisegundos el balón entró en la portería. En otras palabras, lo que nosotros vemos desde nuestra posición en la grada no es lo que ocurre ahora en el terreno de juego, sino lo que ocurrió en el pasado inmediato, hace tan sólo unos milisegundos. Si ahora miramos más lejos, lo que veremos será lo que ocurrió hace quizás un segundo. Si por ejemplo miramos al Sol, poniéndonos desde luego unas gafas apropiadas, veremos lo que pasó hace 8 minutos. En resumen, cuanto más lejos miramos, más nos adentramos en el pasado. Lo que percibimos, lo que entendemos por mundo a nuestro alrededor, es un conjunto de estratos de espacio en diferentes tiempos del pasado. Este conjunto de estratos están hilvanados por rayos de luz, que dan lugar a un todo coherente que es lo que llamamos espacio-tiempo.

Hagamos una modificación de la historia anterior. Supongamos que cerramos los ojos y que intentamos escudriñar lo que pasa en nuestro alrededor mediante sonidos. La historia es más o menos la misma. Al oir como fulanito cierra la puerta del coche en la acera de enfrente no oímos lo que está haciendo fulanito ahora sino lo que hizo hace unos milisegundos, esta vez lo que necesita la señal acústica para llegar a nuestros oídos. En las tormentas estamos muy acostumbrados a oir el pasado, cuando nos llega el sonido del trueno después del rayo. Repitiendo el argumento anterior definiríamos un espacio-tiempo acústico hilvanando trozos del pasado mediante señales de sonido. Lo primero que aprendemos de estas dos historias es que lo que llamemos espacio-tiempo es inseparable del tipo de señales que usemos para escuchar lo distante.

Pero ¿por qué la luz y no el sonido u otro tipo de señal? Al responder a esta pregunta llegamos al corazón de la teoría de Einstein. Al contrario que el sonido, que necesita de un medio donde propagarse, la luz se propaga en el vacío. El espacio-tiempo acústico que habíamos diseñado hace un momento está lleno de algo, aire o similar, pero el espacio-tiempo que obtenemos hilvanando con luz está vacío, es sólo espacio y tiempo y nada más…

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