SALIDA HACIA DUBLÍN
5 am (vaya horas), llegamos al aeropuerto. Delante del mostrador Ryanair una cola inmensa, de esas de decir : “oh my god, we are going to be late!”, pero no, finalmente lo hicimos todo a tiempo. Besos, abrazos, caras de preocupación (las de los padres) y alguna lagrimita contenida (no diremos de quien). Los chicos, nerviosos y con ganas de partir; los padres, más nerviosos aún.
El vuelo fue muy tranquilo; solo nos intentaron vender perfumes, lotería, un seguro y cigarrillos sin humo… afortunadamente, no tuvimos que comprar nada. Sueñecito mañanero y en 2 horas y media llegamos a Dublín.
Bajamos del avión, clima totalmente diferente: un fresquito que agradece la chaqueta o algo más si se tercia. Las maletas, todas en orden y, por fin, primer contacto con IRLANDA.
Un señor muy agradable nos lleva en un microbús al punto de encuentro: momento mágico y nervioso en el que vamos a conocer a nuestras nuevas familias. Poco a poco van llegando y se van yendo cada uno a su nuevo hogar.
A las 2:30 de la tarde, todos a la misma estación para conocer el trayecto que debemos hacer todos los días. Primer contacto con el DART, que es el tren en el que nos movemos principalmente.
De ahí, en 40 minutos llegamos a Booterstown, localidad en la que se halla el colegio. ¿Cómo sabemos cuál es la parada? Fácil, busca la playa.
Y en cinco minutitos, llegamos al colegio
Tras saber cómo llegar al colegio, volvemos a la zona de las casas para hacernos una idea do dónde vive cada uno. Y como estamos cansados y hambrientos, nada mejor que una buena cena (con patatas, seguro) y acostarnos prontito.
Mañana será otro día; ya contaremos.