El desastre de Annual (1)

Mi objetivo al iniciar esta nueva entrada es la de relatar, de manera resumida, los acontecimientos que llevaron al llamado “Desastre de Annual”, más que una aplastante derrota una ignominia sufrida por nuestras armas en tierras marroquíes en 1921. Dada la extensión de lo que pretendo narrar aquí, lo iré contando por etapas, si es que estas modestas líneas consiguen atraer vuestra atención. Comencemos:

A principios del siglo XX, tras la reciente pérdida de los restos de nuestro imperio colonial en América y en el Pacífico, se fue extendiendo por España una fuerte corriente de opinión que se mostraba partidaria de la adquisición de nuevos territorios fuera de nuestras fronteras que pudiera compensar a nuestro país de la pérdida y, para ello, el lugar más propicio parecía ser el norte de África. Por ello, en un acuerdo firmado con Francia, ambos países acordaron repartirse el territorio que, más o menos, conforma en la actualidad el vecino país de Marruecos. Por supuesto, en el reparto a España, el país más débil de los dos, le tocó la peor parte, esto es, el Rif, la parte más pobre y montañosa del territorio a repartir, y además poblada por multitud de poblaciones harto belicosas y que se mostraban totalmente hostiles ante la posibilidad de ser sometidas por el invasor extranjero. No obstante, existían rumores más o menos fundados de que en la zona existían importantes yacimientos de hierro y de otros metales que justificarían, por sí solos, la empresa conquistadora, si bien dicha conquista se iba a emprender un poco a ciegas, puesto que no existía ningún tipo de información fiable sobre la zona, sus habitantes, la existencia de agua, y no digamos ya algún mapa sobre la misma.

De todas las tribus refractarias al dominio español, quizás la más poderosa y peligrosa era la de los Beni Urriaguel, encabezada por un antiguo agente español, Abd el Krim, que se había enemistado con las autoridades coloniales y manifestaba un odio profundo hacia nuestro país, entre otras cosas porque había quedado cojo de por vida al intentar escapar de la prisión en la que fue recluido por un tiempo. Este Abd el Krim, previendo que tarde o temprano los españoles intentarían ocupar todo el territorio que sobre el papel les tocaba en el acuerdo firmado con Francia, había ido acumulando en secreto armas conseguidas de contrabando.

 Esta era la situación cuando, ya en 1920, el general Dámaso Berenguer, la máxima autoridad española en la zona, emitió las órdenes oportunas para que sus tropas procedieran a la total ocupación del territorio, confiando para ello en la ayuda que le pudiera prestar otro general destacado en la zona, Manuel Fernández Silvestre. Por desgracia, las relaciones personales entre los dos no eran las mejores, pues la envidia, los celos y las rivalidades profesionales empozoñaban la convivencia mutua de los militares encargados de terminar victoriosamente la conquista…Continuará

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