En todos lados cuecen habas

No hace mucho, corregí como cada curso los controles de las Rimas y leyendas de Bécquer y tuve la sensación de que los problemas de la comprensión, de la ortografía y de la redacción, se están desbocando como los caballos de Yukio Mishima.Todavía no había salido publicado el informe PISA, y claro, ¿cómo explicar estas sinrazones en los exámenes? Comenté mis preocupaciones con David y a él le había pasado lo mismo con su curso. Aún así, no podía dar crédito: los alumnos no habían sido capaces de entender ni de explicar algo tan sencillo como los hechos que se desarrollan en leyendas como El monte de las ánimas, Maese Pérez, el organista, o El rayo de luna; y ya para qué vamos a hablar de las interpretaciones que hacían de las rimas becquerianas. Nada, un auténtico desastre. A pesar de que se habían explicado en clase, de que se les había guiado en la lectura, de que se habían hecho actividades sobre el autor y su obra; a pesar de todo esto, los alumnos no han sido capaces de extraer jugo alguno de estas lecturas, y ni hablar ya de relacionar elementos propios del movimiento romántico con la obra en cuestión. La mayoría no han podido ir más allá de las frases hechas y manidas del libro de texto y los apuntes, liberándolas de sus bolígrafos de manera automática y casi en sorteo del pito pito colorito.Por supuesto, en cuanto tuve ocasión, hablé con ellos sobre este asunto. No entendían por qué me preocupaba tanto y, lo peor, discutían conmigo sobre si las leyendas acababan como ellos habían entendido y no como yo decía. Bueno, después de cincuenta minutos dedicados a los estrafalarios controles, esas orejillas ensordecidas por messengers, eseemeeses , gran marrano, el diario de “la Tricia”, y demás delicatessen, hacía rato habían decidido dejar de oír a esa pobre treintañera que alucinaba por ese tal Beker.Justo un par de días después, aparece en todos los diarios el suspenso en comprensión lectora en España, y especialmente en Andalucía, que publicó el informe PISA. Bueno, ¿para qué? ya tenían la excusa perfecta. Una vez más. Fue entrar en clase y una de las más avispadas (mi querida Martita), me lo dijo: <<¿Ve usté, seño? Ha salido en el periódico lo de que no entendemos lo que leemos. ¿Ves que no somos solo nosotros?>> (nótese entre otras cosas la falta de concordancia entre el usté y los verbos). Como decía, una vez más estamos propiciando que los alumnos no entonen el mea culpa en este tema. Cierto es que cada vez las exigencias son menos, los planes de estudios peores y que los educadores tenemos las manos más pilladas por una absurda burocracia que, a la vista queda, no soluciona los problemas reales de nuestros jóvenes. Pero, tampoco podemos obviar que éstos, los jóvenes, cada vez tienen menos disposición a la lectura y al estudio. Basta rascar un poquito en sus deshábitos de trabajo para descubrir que la mayoría estudia con música (dudo mucho que con Mozart o Bach, o cualquier otro de esos extravagantes); que están delante del ordenador, encendido y conectado, esperando al famoso tirorí del que te llama por el messenger; y no podíamos dejar de lado a nuestros queridos móviles, que con su consonántico idioma, no paran de dar toques y zumbidos llamando su atención. Y esto es lo que hay.Tenemos por tanto mucho trabajo por delante. La lectura se ha convertido en una asignatura pendiente y no sólo en el área de lengua española. Eso lo podemos observar todos los profesores cuando nos dicen que no saben qué tienen que hacer en un ejercicio aun cuando el enunciado es bien claro, o cuando nos ponen esos disparates tan descabellados en los ejercicios y controles. Soluciones… cada cual verá, pero está claro que es labor de TODOS ayudarles, primero a ver, luego, a leer y, por último, a comprender.

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