Consiste la figura del extrañamiento en encaminar al lector hacia un final esperable o, como se dice en crítica literaria, cumplir su horizonte de expectativas. Una vez que el lector se ve abocado o dirigido por un camino que ya conoce, se le presenta lo que no espera, lo que no pensaba encontrarse en el entorno literario que le ha trazado el escritor. Es un fenómeno muy utilizado en chistes y chascarrillos diversos. En literatura sea quizá el más conocido el que aparece en el poema de mi querido Manuel Machado piropeando a las diversas provincias andaluzas:
ANDALUCIA
Cádiz, salada claridad… Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada
Málaga, cantaora.
Almería dorada…
Plateado Jaén… Huelva: la orilla
de las Tres Carabelas
Y Sevilla.
Nótese cómo el poeta deja libre a Sevilla de calificativos que la adornen porque no los necesita, porque habría demasiados que decir y porque era de allí.
Os dejo con otro uso de este fenómeno, esta vez en labios de un mítico personaje del que mi padre contaba historias de sus años mozos allá por la sierra cartameña. El personaje era apodado “Solera” y mi padre se llamaba Miguel:
Pueh Migué, lotrodía iba yo guiando a unoh zeñoritoh de Mágala que tenían ganah de pegá unoh tirilloh pavé zi cazaban argo. Venían to emperifollao, vehtíoh de cazaoreh con unah ehcopetah que daba guhto verlah. Y dehpué de ehtá tordía pegando zaleazo por loh monteh, apareció una perdí por detrá nuehtra y el primer zeñorito, con una de dos cañone paralelo nuevecita y reluciente hizo: pom, pom y ná, la perdí ni ze enteró, ziguió palante. El otro zeñorito, Migué, con una repetiora Benelli de tre tiro: pom, pom, pom y ná, la perdí como zi le ehtuviezen tirando a otro. El último zeñorito que queaba, con otra repetidora de 5 tiro, pa ehtrenarla que daba gloria verla, ze puzo mu bien puehto, con cara de ahora oh vaih a enterá y: pom, pom, pom, … pom, pom, y no le dio. Y ya queaba yo, Migué, con un retaco viejo que era de mi abuelo, que tenía la culata lia en alambre ozidao, zin punto de mira y con el cañón daleao y hago: poooooommmmmmm, y tampoco le di.